El alma de Santa Rita es llevada por los ángeles al cielo
El 22
de mayo de 1457, a sus 76 años de edad, Santa Rita fallecería en medio de una gran conmoción. Se afirma que las campanas del templo parroquial de Casia tocaron por si solas.
Fue beatificada en 1628 por el Papa Urbano VIII y canonizada por el Papa León XIII el 24 de mayo de 1900.

A Santa Rita se le reconocen diferentes protecciones y ayudas. La más importante es la de los casos imposibles. Muchas personas le invocan para pedir cosas difíciles de conseguir, y nadie mejor que ella que pudo tener en sus manos una rosa nacida en pleno invierno. Debido a ese "prodigio" es la protectora de las rosas y de los higos, y muy especialmente de aquellos que trabajan o venden esos productos en mercados o tiendas.
En España es por excelencia la patrona de los funcionarios de la administración local, aquellos que trabajan en los ayuntamientos.
Otros patronazgos: de los fabricantes de pañuelos, de los productores de artículos de seda, de los fabricantes de butifarras (dice la tradición popular que Santa Rita era la encargada de hacer las butifarras en el convento) y para aprobar un examen (con el permiso de San Tomás de Aquino y de Santa Gema). Como que Santa Rita es la protectora de aquellos que se dedican a fabricar artículos de seda, también es la protectora de los gusanos de seda. Así mismo, se le puede pedir ayuda para amar al prójimo.

Para pedir un favor a Santa Rita:
Oh Santa Rita poderosa, cuyo dolor sublime y amor inefable tienen un poder tan amplio y seguro ante Dios, me dirijo a ti con confianza ilimitada. Oprimido y desalentado por múltiples necesidades, te pido fe, esperanza, amor y ayuda eficaz. Tú que fuiste madre cariñosa, mira cómo late mi corazón, mira las ansias de mi ánimo turbado. Por tu dolor y por tu amor, pido a Dios, Padre benévolo y misericordioso, el conocimiento de la verdad, la fuerza de la esperanza y la generosa práctica de la caridad.
Oh Santa Rita, concédeme estos favores que ahora te pido. Sobre todo, te pido esta gracia que te expongo, siempre que no sea contraria a la voluntad de Dios y venga en beneficio de mi alma. (Se pide el favor). Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para agradecer a Santa Rita el favor recibido
Heme aquí ante ti, con el alma jubilosa, oh Santa Rita, a manifestarte mi reconocimiento. Tú has sabido abrir para mí el tesoro infinito de la bondad misericordiosa de Dios. Me has prestado la ayuda que necesitaba, me has consolado cuando sufría, me has concedido cuanto deseaba. Tu ayuda aún me acompaña, para que pueda hacer uso de los dones divinos, según tu ejemplo y para mi salvación. Que la Santísima Trinidad sea alabada eternamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para pedir al Señor el amor al prójimo a ejemplo de Santa Rita.
Señor, Santa Rita entendió que el amor al prójimo era inseparable del amor A Ti. Amó a sus padres, amó a su esposo, a sus hijos, a sus enemigos, a sus Hermanas de la Comunidad, amó con generosidad inusitada a todas las personas que a ella acudían; y en su demostración de amor ponía espíritu de fe, aprendiendo -como aprendió de Jesús- el amor a Dios y el amor personal a cada uno. Y por cada uno sacrificó hasta sus propios sentimientos por hacerles el bien.
Haz, Señor, que, a ejemplo de Santa Rita y por su singular intercesión, amemos a todos los que nos rodean, a tantas personas como se relacionan con nosotros, amigos o enemigos; y haz que a cada uno les sepamos dar lo que sea más semejante a tu mismo amor: disculpa, perdón, comprensión, generosidad, gestos de bondad, amor al estilo de tu hijo hecho hombre.

Rocaporena está a 10 km de Casia en la región de Umbría, en la que, a mediados del s. XIV, vivían Antonio Mancini y Amada Ferri, fervorosos cristianos y esposos ejemplares.
Hoy, gracias a la documentación antigua sobre Santa Rita, estamos mejor informados sobre la ciudad de Casia en los tiempos de la Santa. No era una ciudad dormida o encerrada por el cerco de sus montañas, sino por el contrario, viva, impetuosa y en contacto con las más grandes ciudades de la península.
Políticamente Casia era una república independiente regida por un intrincado aparato democrático. De los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, sólo el primero estaba en manos de los ciudadanos de Casia, los otros dos en manos de forasteros que los ejercían durante seis meses y estaban bien pagados para que cumpliesen sus deberes sin ceder a la corrupción, pues serían juzgados severamente si caían en ello.
Casia era un pequeño recinto de contrastes, odios, enemistades y por tanto de delitos, seguidos por el inevitable y temible espiral de la venganza. Los contrastes explotaban en el plano político y en el social: en el primero entre Güelfos y Gibelinos, siempre en guerra, y en el segundo entre ricos y pobres, nobles y plebeyos; a causa del abuso de unos y de la envidia de los otros, la revuelta cuando no estaba en acción permanecía en tendenciosa espera. Y esto sin decir nada sobre las contiendas entre Casia y las ciudades vecinas que llevaban frecuentemente a las incursiones de las cabalgatas, que era una especie de venganza colectiva hecha mediante ataques sorpresivos de caballería, que donde llegaban sembraban la ruina y la muerte.
Dadas estas situaciones difíciles, un trabajo importantísimo, no solamente religioso sino también social, desempeñaban los pacificadores. Los padres de Rita, según la tradición, pertenecían a este grupo y ella misma fue la mujer fuerte que en circunstancias difíciles logró aplacar los odios y romper la dura y triste cadena de la venganza.
Corría el año 1381 y ocupaba la Sede apostólica el Papa Urbano VI cuando nació Rita en el mes de Mayo y en la mencionada aldea de Rocaporena. Con rapidez circuló la noticia de este nacimiento no sólo en la aldea, sino también en sus alrededores, causando en sus habitantes admiración y alegría. Fue hija única y concebida cuando sus padres eran ya ancianos. Desde muy joven sintió un aprecio muy especial hacia el Evangelio y a la naturaleza. Subía a la montaña y desde allí contemplaba la belleza del campo, los árboles, los pájaros, las flores, pasando horas y horas orando. En su casa tenía un pequeño oratorio donde encontraba su paz interior mediante la plegaria. Sintió el deseo de consagrarse a Dios y hacerse religiosa de un convento de monjas que seguían la regla de San Agustín situado en su misma ciudad.
Uno de prodigios acaecidos que merece notarse es el de las abejas blancas, con el que Dios quiso dar a entender quizá los grandes dones y gracias que había de derramar en aquella alma escogida.
A los cinco días de su nacimiento, y estando entregada en un apacible sueño, apareció de improviso sobre la cuna donde dormía, un enjambre de abejas blancas, que revoloteaban en derredor de su entorno y entraban y salían de su boca, como si estuvieran elaborando dentro de ella un panal de miel.
Pero lo que, sin duda, da mayor realce a este prodigio es la permanencia de las abejas en la actualidad. Han transcurrido ya muchos siglos desde que Santa Rita dejó este mundo, y todavía en los vetustos muros del antiguo convento de agustinas de Santa María Magdalena de Casia, viven las maravillosas abejas procedentes de aquel misterioso enjambre. No se las ve salir de sus agujeros más que dos veces al año: el día de Viernes Santo, aniversario de la muerte del Señor, y el día 22 de Mayo, aniversario de la muerte de Rita.
Como dato curioso en confirmación de este hecho, creo conveniente traer aquí la noticia que publicó el historiador de la Umbría, Jacobilli, en una de sus obras. Dice que, a mediados del s. XVII una de aquellas abejas que, al salir de la cajita en que venía, echó a volar tomando la dirección de Casia, como si quisiera reunirse a sus compañeras. Tal es el prodigio de las abejas blancas de Santa Rita, referido por todos sus biógrafos.
Pero sus padres se negaron y le obligaron, a la edad de 16 años a casarse con Pablo Fernando, un joven de Casia. Pero Pablo Fernando no fue al principio aquel gentil hombre que aparentaba. En las historias que se explican dedicadas a nuestra santa, se cuenta que muy a menudo la maltrataba y le dificultaba la práctica de su fe. A pesar de ello, ella le fue fiel e intentó reconducir siempre las situaciones adversas.
A los 18 años, tiene su primer hijo: Juan Santiago. A partir de esta buena noticia, su esposo deja de maltratarla. Incluso su esposo se convierte al cristianismo. Dos años después nace su segundo hijo: Pablo María.

La felicidad actual del matrimonio se romperá diez años después, concretamente cuando Rita tiene 30 años; Su esposo aparece muerto producto de la gran crispación política de la República de Casia. A pesar del grave suceso, Rita ora por los asesinos, ella misma sabe quienes son e incluso se acerca a ellos a ofrecerles el perdón y la reconciliación entre las dos familias. Su deseo es complacido, pero en sus hijos, aunque son muy pequeños, surge el deseo de venganza. La peste acabó con la vida de los dos hijos pequeños que tenían sed de venganza a pasear de los deseos de su madre de perdonar a los enemigos.

Santa Rita se queda viuda y pasa sus primeros años recogida en oración y penitencia. Piensa de nuevo en ingresar en un monasterio de religiosas agustinas que hay en Casia, pero desde esta orden la rechazan con el pretexto de que es viuda y que solo aceptan a personas vírgenes. Por tres veces llegan a no aceptarla. A pesar de todo, Rita no pierde las esperanzas e invoca a sus tres santos preferidos: San Agustín, San Nicolás y San Juan Bautista. Por cuarta vez se dirige al convento y finalmente la aceptan. Allí llevaría una vida de observancia, obediencia, penitencia y oración. Finalmente consigue lo que siempre había soñado: hacerse religiosa del Monasterio de Casia.
Cuando nuestra amiga lleva 28 años de servicio al Señor desde el monasterio, y cuando cuenta ya con 61 años de edad, recibe el estigma de una espina en la frente procedente de la misma pasión de Jesús. El estigma de la espina lo llevaría durante sus 15 años restantes de su vida. ¿Qué significa este estigma? Pues no es el único caso ocurrido en la vida de los santos; muchos de ellos experimentaron este extraño "prodigio" típico de algunos personajes dignos de santidad. Santa Rita lo fue, y parece como si Jesucristo la hubiera querido "obsequiar" después de su devoción por los relatos de la Pasión que leía asiduamente. Durante 15 años, el estigma le supuso para nuestra santa un duro sacrificio, casi siempre tenía que vivir recluida en una celda del monasterio, por el dolor y por el hedor pestilente que salía de la herida. Solamente le desapareció el estigma en 1450 cuando ella pidió a Dios que se la curara para poder peregrinar a Roma con motivo del Año Jubilar. Pero cuando volvió a Casia, el estigma volvió a aparecer. A muchos creyentes nos cuesta creer en los estigmas aparecidos a muchos santos y siempre se suele recurrir a que esto forma parte de la leyenda de la vida de estos personajes. En 1999 Juan Pablo II beatificó al Padre Pío que precisamente sufría algunos de los estigmas de Jesús. Quienes le conocieron no dudaron de aquellas manifestaciones. De todas maneras, aunque tú no creas que esto pueda suceder, esto no quita en tener a Santa Rita como modelo a seguir.

Cuando Santa Rita tiene 72 años, está paralítica aquejada de marasmo, una enfermedad que le enflaquecer el cuerpo y que le obliga a vivir en la cama durante el resto de su vida.
A sus 75 años de edad, ocurre uno de los sucesos más conocidos en la vida de Santa Rita. En pleno invierno, cuando el campo está totalmente nevado, pide a una prima que la visitaba en su celda (en algunos libros dicen que era una amiga) que le traiga una rosa que en aquel momento florece en el huerto de su casa. Como te puedes imaginar el resto de monjas creen que Santa Rita delira y que su muerte está próxima. No obstante, aquella chica, se siente atraída a ir al huerto de la casa de Rita para comprobar si era cierto aquel prodigio y efectivamente, allí encuentra una preciosa rosa en medio de un frondoso rosal todo el rodeado de nieve junto a unos higos maduros. la noticia corrió de boca en boca y multitud de gente fue a ver el rosal en el huerto.
Hay una tradición que tiene su significado en el suceso milagroso ya referido, ocurrido antes de la última enfermedad de Rita, originó el que las religiosas agustinas de Casia acostumbrasen a cubrir la Urna, en que yace el cuerpo incorrupto de nuestra Santa, con rosas, especialmente el día 22 de Mayo, aniversario de su piadosa muerte.
Estas rosas eran distribuidas todos los años entre los bienhechores y amigos del Convento, los cuales las conservan como preciosas reliquias. El Señor, que se complace en honrar a sus santos y en glorificar a sus siervos, quiso que, mediante las rosas que habían adornado el sepulcro de Rita, se verificaran curaciones milagrosas.
Aquel suceso inexplicable de la rosa hizo crecer la fama de Santa Rita, y fueron muchos los que quisieran conocer a aquella monja enfermiza.

